Restaurando a las mujeres a la integridad a través del amor de Jesucristo.
A través del quebrantamiento de nuestras vidas podemos convertirnos en los vasos que Dios pretendía que fueramos. La ruptura se detiene en el punto en que nuestro espíritu produce su voluntad. Dios usa nuestra ruptura para revelarnos nuestra necesidad de él y prepararnos para ministrar a quienes vienen después de nosotros.
Cuando nos entregamos a Cristo en fe, él perfeccionará nuestro quebrantamiento, lo que nos permite proclamar: "¡Me han hecho todo!"